sábado, 18 de enero de 2014

La Historia de Hita y su Arcipreste

Criado de Val, Manuel: “Historia de Hita y su arcipreste”. Aache Ediciones. Colección Scripta Academiae nº 7. 1998. 328 páginas, numerosas ilustraciones. ISBN 84-87743-90-0. PVP 13,20 Euros.

La obra "Historia de Hita y su Arcipreste" escrita por el profesor Manuel Criado de Val, es un libro que va a encantar a muchos. Por su lectura fácil y amigable. Por sus grabados en color que ofrecen perspectivas del pueblo y de los personajes que en él vivieron. Por su análisis profundo (el mejor que existe, sin duda) del Arcipreste de Hita, ese Juan Ruiz huidizo, gracioso, poeta y rompedor de moldes. En esta nueva edición, el profesor Criado aporta nuevas investigaciones, y nos da la última, la más moderna visión del Arcipreste: como músico, como auténtico arcipreste, como poeta que anda los caminos de Castilla y pone en Valdevacas "su lugar amado", un espacio que se identifica con un antiguo pueblo del valle del Ungría, señorío siempre de los arzobispos toledanos.
La historia cronológica de Hita (en el fondo, una historia de la Alcarria, porque muchas de las cosas que pasan por el valle del Henares son reflejo de las que en este cerro ocurren) se ve sumada de la consideración de los personajes que la hacen. Aquí se lee, resumida con claridad, para cualquier entendedera, la historia de sus señores los Mendoza. Aquí se apunta ese manido y cierto "convivir" de las tres culturas, árabes, judíos y cristianos, más que en ningún otro sitio (o por no exagerar, como en Toledo) unidas. Aquí surge, en fin, la serie amplia de referencias viajeras a Hita... Es todo un modelo de "historia local" que se traspasa a sí misma y adquiere caracteres de historia nacional, de universalismo incluso. Al menos occidental. Una evidencia más de lo que Hita está hoy haciendo: fijar su imagen de gran centro histórico, de maravillosa referencia monumental, típica, medieval, literaria y turística.

Hita, una historia densa y sorprendente

Saber de la Historia de Hita es saber de la historia de Castilla toda. Porque en ella el río de la historia tiene orillas firmes, aguas bien trazadas. Punto de referencia en una tierra parda y lisa, la "Peña Hita" que vieron hace más de dos mil años los celtíberos que rondaron el fértil valle del Henares fue enseguida lugar de vida y habitación. Más todavía cuando se dieron cuenta, los hombres primitivos, que su masa era mansa, y que con facilidad podían hacerse cuevas amplias, generosas y seguras en el corpachón del cerro. Así sirvió luego de espacio fortificado para los romanos, de castillo altísimo y codiciado para los árabes, y de punto crucial de caminos, de poderes y suficiencias para los castellanos cristianos que desde 1085 la poseyeron.
En Hita se han dado cita todos los paradigmas de nuestra nación castellana. Es una villa mozárabe (así la califica el profesor Criado de Val) y luego una villa mudéjar. Es un lugar de residencia de cristianos, espacio donde los Mendoza labraron su poder primero, y en la larga nómina de sus posesiones, el "señorío de Hita" figuró siempre en primer lugar. Y es también una villa de densísima presencia judía, hasta tal punto que su aljama fue la más importante del valle del Henares, después de la de Guadalajara capital.
En ese lugar, que además tuvo (hoy es sombra de aquella grandeza, pero en la sombra se rastrean sin dificultad las miradas seguras de la gloria) monumentos singulares, una muralla espectacular, el castillo fortísimo en lo alto, iglesias mudéjares, conventos dominicos, escudos nobiliarios en cantidad inimaginable, y mil cosas de asombro, el visitante de hoy navega sus cuestas sin dificultad y con entusiasmo. Porque en los últimos años, además, Hita ha mejorado notablemente en su urbanismo, hasta el punto de que es posible ascender, aquí y allá, con coche por sus callejas, cosa hasta hace muy poco impensable. Y la mejora de sus edificios, de su plaza, de sus accesos, la hacen un lugar que emociona. Desde el jardinillo que rodea por poniente las ruinas de San Pedro, la vista del pueblo (y de los inmensos campos que se le rinden debajo) es por demás agradable. Pocos sitios dan con tanta pureza esa imagen de medievalismo, de antigüedad respetada, de esencia cierta y agradable.
Y por Hita pasó el marqués de Santillana, y grandes capitanes que hicieron las Américas; pasó Hernando Colón midiendo y contando, y Jerónimo Münzer, y los Reyes Católicos. Pasaron asombrados los franceses a los que luego combatió el Empecinado. Y pasó (días terribles, mejor para ser olvidados) la Guerra Civil Española, que dejó a Hita totalmente destrozada. Después de todo, Hita es hoy un lugar apacible y hermoso. Un lugar al que hay que ir, andarlo, pasar un buen rato mirando sus perspectivas.


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