sábado, 27 de febrero de 2016

Rienda, salinas y tradiciones

María del Rosario de Francisco Chicharro: “Rienda. Historias y Tradiciones”. Aache Ediciones. Guadalajara, 2016. Colección “Tierra de Guadalajara” nº 98. 180 páginas, numerosas ilustraciones en B/N. ISBN 978-84-92886-86-9. P.V.P.: 15 €.

Acude esta publicación al rescate de las viejas tradiciones de los pueblos castellanos. Y las encuentra, ya solo en la memoria de quienes las vivieron en primera persona, en este pueblecito, que aún alienta, en la serranía de Atienza, en los límites mismos de Soria, en las peladas y frías alturas del Ducado.
No es la historia del pueblo, que apenas si la tiene, porque dependió siempre de Paredes de Sigüenza, que está muy cercano, y fue de paso entre las dos mesetas castellanas. Cerca de aquí cruzó el Cid Campeador hacia Valencia, y por estas elevadas mesetas circularon los romanos sobre una calzada que aún muestra sus restos, en las cercanías del pueblo. De tiempos muy muy remotos ha conservado las huellas de los dinosaurios, y por aquí y allá surgen restos, fragmentos prehistóricos, que atestiguan la antigüedad del lugar.
Pero la esencia de esta publicación que escribe Rosario de Francisco, nacida en el pueblo, y con una clara visión de lo que cuenta, es otra: es la recuperación escrita de una memoria colectiva, anclada en los años que discurren por el siglo XX. De abuelos y padres recoge tradiciones, formas de vida, disposición al trabajo y formas de divertirse. Solo para dar una leve idea de lo interesante de su aportación, cabe dirigirse al índice del libro y ver que en él aparece, tras la somera descripción del pueblo, de las casas y de la iglesia, las alusiones a sus figuras personales de relieve (el sacerdote, el médico, el barbero, el lucero, la maestra…) y a quienes pasaban de camino ofreciendo sus servicios, los cacharreros, los trajinantes, los segadores, los pobres peregrinos…
La mayor parte del libro se va en la descripción de los elementos que componían la vida de Rienda, en años pretéritos. Y así habla de las labores agrícolas, esencia de la vida, más las ganaderas, y las artesanas. Sigue con las tareas caseras, tanto de hombres como de mujeres, y acaba con la formación de la escuela, las enfermedades y sus remedios, el servicio militar, las costumbres, fiestas y vicios, más referencias (ineludibles) a la Guerra Civil, la meteorología, canciones infantiles, refranes… en fin, un caleidoscopio de asuntos que vienen a darnos una vívida imagen de la existencia rural de un pueblo castellano.

Aumentado de numerosas fotografías, en la mayoría de ellas con personajes reales, de la familia, del pueblo en el siglo XX, el intento de Rosario de Francisco es absolutamente exitoso, y el libro se lee de una tirada, con su lenguaje fácil y directo. No en balde la autora ha dedicado su vida a la enseñanza, y sabe de qué habla, y lo hace muy bien. Un libro, en suma, muy recomendable, y que nos facilita aún más el conocimiento de la tierra en que vivimos.

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